El guía verdadero sabe todo lo que puede ocurrir a lo largo del camino y no permite que la gente se extravíe. Así es como cada uno de los maestros en el mundo debería estar llevando a cabo su tarea. Los profesores de matemáticas, de física y otros temas pragmáticos educan a los estudiantes con buenos resultados porque enseñan a los niños leyes reales que existen en la Naturaleza. Ellos les transmiten sus conocimientos y experiencia. Por lo tanto, los profesores de las ciencias naturales y exactas son apreciados porque no le mienten a sus estudiantes.
Sin embargo, aquellos que desean enseñar a los niños cómo comportarse en la vida, no proporcionan una información correcta y realista. En primer lugar, ellos mismos no llevan una vida correcta y no saben lo que ocurrirá el día de mañana; tampoco pueden imaginar lo que le puede pasar a un niño determinado porque no han transitado por ese mismo sendero. Se deduce que, en cuanto a cuestiones escolares, los maestros de escuela deberían enseñar tan sólo matemáticas, física y otras ciencias exactas.
Sin embargo, por lo que respecta a la educación verdadera, los únicos que las pueden enseñar son aquellos que ya han ascendido por la escalera espiritual y se encuentran unos cuantos peldaños arriba de los niños. Sin importar si los estudiantes son niños pequeños o mayores: un estudiante puede tener 60 o 70 años de edad.
Por eso es que existen tantos problemas entre padres e hijos. Los padres se encuentran en el nivel del deseo egoísta dentro de un mundo que ya ha dado un paso adelante. Son como dinosaurios que han llegado de repente al nuevo mundo. Desean educar a sus hijos, pero sus hijos tienen un nuevo nivel de deseo y necesitan nuevos profesores. Por consiguiente, se nos presenta un error de múltiples facetas. Unos padres que pertenecen al siglo pasado intentan educar a un hijo que vive en este siglo, pero el niño necesita a un maestro del siguiente siglo. Existe una brecha entre los dos niveles y todavía nos atrevemos a decir que podemos enseñar a nuestros hijos.
No podemos acoplarnos a los niños en cuanto a sus deseos y a la satisfacción que requieren. Así que no debe sorprendernos no obtener buenos resultados en la educación. Hoy en día, se revela entre todos una nueva conexión global y nosotros, todo el mundo, nos encontramos fuera de esa esfera.
Por consiguiente, si hablamos acerca de convertir a individuos en seres humanos, prepararlos para la vida, entonces el maestro tiene que ser alguien que ya haya ascendido algunos grados. No puede ser alguien que se ha graduado de un colegio o universidad. Después de todo, cómo podría enseñar a un niño a vivir en este mundo si él mismo no comprende lo que ocurre en él.
(Tomado de la lección sobre el artículo de Baal HaSulam, Un Precepto, impartida el 18 de marzo del 2009)
Sin embargo, aquellos que desean enseñar a los niños cómo comportarse en la vida, no proporcionan una información correcta y realista. En primer lugar, ellos mismos no llevan una vida correcta y no saben lo que ocurrirá el día de mañana; tampoco pueden imaginar lo que le puede pasar a un niño determinado porque no han transitado por ese mismo sendero. Se deduce que, en cuanto a cuestiones escolares, los maestros de escuela deberían enseñar tan sólo matemáticas, física y otras ciencias exactas.
Sin embargo, por lo que respecta a la educación verdadera, los únicos que las pueden enseñar son aquellos que ya han ascendido por la escalera espiritual y se encuentran unos cuantos peldaños arriba de los niños. Sin importar si los estudiantes son niños pequeños o mayores: un estudiante puede tener 60 o 70 años de edad.
Por eso es que existen tantos problemas entre padres e hijos. Los padres se encuentran en el nivel del deseo egoísta dentro de un mundo que ya ha dado un paso adelante. Son como dinosaurios que han llegado de repente al nuevo mundo. Desean educar a sus hijos, pero sus hijos tienen un nuevo nivel de deseo y necesitan nuevos profesores. Por consiguiente, se nos presenta un error de múltiples facetas. Unos padres que pertenecen al siglo pasado intentan educar a un hijo que vive en este siglo, pero el niño necesita a un maestro del siguiente siglo. Existe una brecha entre los dos niveles y todavía nos atrevemos a decir que podemos enseñar a nuestros hijos.
No podemos acoplarnos a los niños en cuanto a sus deseos y a la satisfacción que requieren. Así que no debe sorprendernos no obtener buenos resultados en la educación. Hoy en día, se revela entre todos una nueva conexión global y nosotros, todo el mundo, nos encontramos fuera de esa esfera.
Por consiguiente, si hablamos acerca de convertir a individuos en seres humanos, prepararlos para la vida, entonces el maestro tiene que ser alguien que ya haya ascendido algunos grados. No puede ser alguien que se ha graduado de un colegio o universidad. Después de todo, cómo podría enseñar a un niño a vivir en este mundo si él mismo no comprende lo que ocurre en él.
(Tomado de la lección sobre el artículo de Baal HaSulam, Un Precepto, impartida el 18 de marzo del 2009)
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