Respuesta: Yo evoco en mí la envidia, la lujuria y el deseo por el respeto, a propósito. No se trata solo de cualquier persona común que envidia el éxito de los demás o que va en pos del respeto. En este mundo nosotros envidiamos toda clase de tonterías y realmente queremos las cosas frívolas. Yo, por el contrario, tomo sólo lo necesario para vivir e ignoro todo lo demás. Cuando tenga suplidas todas las necesidades básicas, yo me construyo a mí mismo para el trabajo espiritual y en este marco uso herramientas como la envidia.
De lo contrario, no tendré nada con que avanzar. La envidia, la lujuria y el respeto son los
tres enfoques egoístas, y ¿en qué puedo trabajar sin ellos dentro de mí? Son estas tres cualidades las que me sacan de este mundo; es como salir de los mundos de BYA (beriah, Yetzirah y Assiya) al mundo de Atzilut.
Así que si quiero trabajar espiritualmente, yo miro el trabajo de los demás y me anulo ante de ellos. Entonces los veo como los más grandes de nuestra generación: Ellos han avanzado mucho hacia adelante, han alcanzado el final de la corrección y yo los envidio. Si no los envidio, soy impotente y no puedo moverme. Yo recibo de mi ego todos los poderes para avanzar. El avance correcto con la intención correcta, es decir, la forma investida en la materia me lo trae la Luz, mientras que la materia misma por medio de la cual asciendo, es mi propio ego. Rav. Laitman
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