Previendo el futuro desde el pasado


Aquellos que entran en la espiritualidad tienen la ventaja de ver el futuro, puesto que han alcanzado su pasado. También, adquieren la posibilidad de alcanzar las causas originales que les obligan a desarrollarse, que determinan su condición actual, su “yo”.
Al alcanzar a nuestros padres espirituales, uno se da cuenta plenamente de su grado actual, puede mirarse a sí mismo desde otra perspectiva, se vuelve objetivo.
La ventaja que tienen de las personas que alcanzan el desarrollo espiritual, los Cabalistas, es que ven su concepción desde el Creador hasta nuestro mundo, ascienden por la misma escalera por la que su alma descendió hasta nuestro mundo.
Los Cabalistas comienzan a sentir su “yo” anterior y se asoman al futuro. Sólo si alguien alcanza su raíz espiritual, puede realmente ver tanto a sí mismo como también lo que le espera en el futuro. Sin este alcance, no ve nada delante de él.
Los deseos en una persona cambian todo el tiempo, y esto se debe a que su raíz espiritual, dirigiéndola hacia la meta, está en constante renovación.
El crecimiento del hombre es el crecimiento de su pantalla: nuestra capacidad para avanzar, a pesar y más allá del sentido común. El crecimiento espiritual es el deseo de avanzar, de progresar por su propia cuenta y no por una necesidad acuciante.
Sólo podemos mirar hacia atrás con el propósito de investigar nuestro estado previo, para poder saber cómo avanzar más: no para justificar nuestra pereza o falta de acción, sino para adquirir conocimiento y después seguir adelante a despecho de ello.
El ser humano abarca todo lo creado por el Creador: los mundos, los Sefirot, los ángeles y todo nuestro mundo existen dentro del ser humano. Sin embargo nos parece que sentimos todo desde afuera.
En realidad, nada existe fuera de nosotros, a excepción del Creador, a Quien no sentimos. Sólo sentimos su influencia sobre nosotros, gracias a la cual alcanzamos capas aún más profundas de nosotros mismos.
Estas etapas del alcance de nosotros mismos se denominan Sefirot, Partzufim, mundos, y existen en nuestro interior. Lo que existe fuera es la ilusión. Esta ilusión es tan grande que nos es imposible imaginar lo contrario, el reverso.
Nuestros sentidos nos dan una imagen invertida: lo que en realidad existe en nuestro interior, nos parece que existe en el exterior, mientras que lo que realmente existe afuera de nosotros es solamente el Creador.
Rav. Laitman

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